jueves, 31 de julio de 2014

La inversión social, exige medir el impacto de los proyectos

Por: José Miguel Barrera, Seguimiento y Evaluación-Fundación Saldarriaga Concha

Quien no se mide y no se compara, no puede mejorar, dice una premisa, la cual se hace palpable aún más cuando se trabaja en el sector social y se tiene un proceso de evolución y desarrollo constante, como el que ha venido experimentando la Fundación Saldarriaga Concha. La inversión social exige medir el impacto de los proyectos, pues las inversiones sociales que se hagan o se dejen de hacer, tienen efecto directo en las personas más vulnerables, sobre las que misionalmente se trabaja. Ésta exigencia pone sobre la mesa los siguientes cuestionamientos que necesitan ser resueltos en el menor tiempo posible:¿Lo que hemos hecho hasta hoy se ha realizado de la mejor manera?, ¿Estamos llegando de la forma adecuada a la población objetivo?, ¿Estamos cumpliendo a cabalidad con nuestra misión?, ¿Cómo seguir invirtiendo sin saber si lo estamos haciendo bien? o para hacerlo ¿Debemos esperar a que pase un tiempo “prudencial”?

Dar respuesta a las anteriores preguntas de manera contundente y tangible no es sencillo en el sector social, dado el carácter subjetivo de los logros que se obtienen en un proyecto. La dinámica del sector no permite quedarnos satisfechos de que lo hemos hecho bien, solo con las expresiones de agradecimiento de las distintas instituciones y organizaciones, de la población a la cual dirigimos de manera directa o indirecta nuestras acciones, no basta con un acto de buena fe, debemos responder no solo las preguntas anteriores, sino todas aquellas que nos permitan cumplir de manera eficiente con nuestra misión, es por esto que la Fundación Saldarriaga Concha decidió realizar en 2012 una Evaluación de Impacto*, la cual ha sido clave para conocer aciertos y oportunidades de mejora.

Dentro de esa evaluación incluimos la medición de la utilidad esperada con algunas iniciativas, proyectando los resultados en un determinado tiempo, lo cual nos llevó a conocer los beneficios económicos que recibirían nuestros beneficiarios, al igual que tener cierto grado de certeza de lo que podemos obtener en un futuro sin esperar 5 años después de cerrado un proyecto para evaluar qué paso con éste y tomar la decisión de repetirlo o no.

La investigación era necesaria, pues en un proceso de inversión social con rentabilidad social, no hay que esperar un tiempo prolongado para saber si lo que se hizo fue correcto y si podemos continuarlo, más cuando se necesitan acciones sostenibles que realmente contribuyan con la disminución de las brechas de exclusión en el país.

Esta evaluación nos ha permitido tener un sustento solido del por qué debemos continuar con determinadas iniciativas y en qué debemos mejorar. Sin embargo, los resultados obtenidos también se deben a nuestros beneficiarios, ya que como parte de la investigación sobre nuestros resultados, fue importante escucharlos, al igual que conocer la forma en que la sociedad percibe y valora el trabajo de la Fundación.

Es así como esta visión de 360 grados a las acciones de la Fundación, hoy nos permite tomar decisiones pertinentes y proyectar futuras inversiones sociales.

Conozca en detalle la Evaluación de Impacto que realizó a sus iniciativas la Fundación Saldarriaga Concha, en nuestro Informe de Gestión y Sostenibilidad 2012, pág. 38-45.

*La Evaluación de Impacto es una herramienta que se emplea para asegurar que los proyectos, programas o políticas sean viables financieramente, socialmente equitativos y sostenibles.

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