jueves, 31 de julio de 2014

¿Por qué hablar de inclusión?

Por: Diana Patricia Martínez, líder en educación de la Fundación Saldarriaga Concha

La palabra Inclusión parece ya hoy un término algo desgastado, al cual cada quien le asigna un significado, un sentido diferente a partir de sus vivencias, sus conocimientos, sus valores, sus circunstancias, su contexto, y sus creencias. El interrogante planteado para reflexionar es ¿por qué razón tenemos que hablar de inclusión?

A esta pregunta se podría responder con rapidez: porque simplemente existe la exclusión, históricamente en el mundo se ha dado la segregación de determinados grupos poblacionales por distintas razones, entre otras, por raza, política, religión, discapacidad, género, originándose de alguna manera, una categorización de los seres humanos con mayor o menor valor, de acuerdo a sus características, lo cual se convierte además en el determinante para tener o no los mismos derechos que posee cada individuo, por el sólo hecho de ser persona.

En la actualidad contamos con marcos políticos, normativos y legales, así como documentos, investigaciones, estudios y hasta expertos que pueden explicar clara y ampliamente el tema de la inclusión, sin embargo no es propiamente esto lo que ha logrado que las personas, en general, acepten la diferencia y la puedan vivenciar como algo extraordinario que enriquece y muestra otras facetas de estas personas al afrontar una situación similar.

Frente a este panorama, tal vez lo que se requiere es de una verdadera transformación de paradigma, que transcienda las barreras culturales existentes, que modifique nuestros imaginarios, que nos permita comprender la diversidad como inherente al ser humano, y tener la firme convicción de que la garantía de los derechos de las personas no está mediada por la decisión de alguien que considera equivocadamente que el mundo es homogéneo, y se muestra completamente intolerante respecto a las diferencias.

Apuntemos desde una reflexión profunda a la construcción de una sociedad inclusiva, de una sociedad para todos, que respeta sin excepción, a cada ser humano desde lo que es, y atiende sus necesidades para lograr una mejor calidad de vida. Lo anterior significa que se debe ser congruente con lo que se piensa, se cree y se habla.

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